domingo, 27 de noviembre de 2011

Tiempo de lobos


Hablemos del tiempo, del que llevamos y del que nos queda. Hablemos sin hablar de nosotros, de ti, de mí y de una historia de la que no hablaremos, digámoslo todo sin palabras. Hablemos del sentir, del dejar que surja, del dejarse llevar, del  ser tú y yo y nadie más. Dejemos que los meses con más ilusión del año escondan el secreto del tembloroso amor. Dejemos que el frio invierno traiga a nuestros labios el tierno tacto de los besos y se los lleve antes de sentir si quiera el cansancio de la rutina. Rutina que firmaría sin pensarlo, pero que el caprichoso destino no nos dejará saborear.

Sigamos hablando, que el miedo al mañana no frene nuestras ansias de locura; pues, que es el amor, sino la locura en la más bella de sus expresiones. Como intentar callar al lobo que aúlla a la hermosa luna, si por ella, él se ha vuelto a sentir vivo y con fuerzas para afrontar cualquier mal. Como intentar que el corazón del lobo se vuelva yorkshire si al ver esos labios no es capaz de frenarse y no morderlos.

Morderlos para sacar su jugo, jugo de amor, jugo de la sangre de loba que tú encierras en tu pecho, almohada perfecta para mis noches. Noches donde lo decimos todo sin palabras, noches que hablan de una historia de la que no hablaremos más, donde hablaremos de mí y de ti. Noches donde hablaremos sin hablar de nosotros. No hablaremos más de lo que queda, ni de lo que llevamos, pero sobre todo, no hablaremos del tiempo.

lunes, 14 de noviembre de 2011

Trozos de papel

Como siempre, aprendiendo del mismo, comencé a escribir para mí, y no para los demás. Y por eso he estado un tiempo sin publicar, guardando escritos, que hoy al releerlos han deseado salir, o al menos los fragmentos más llamativos de ellos. No quiero seguir guardando. Ahora quiero volver a vivir, sin miedo a reconocer que me encanta la vida, que me ilusiona conocer gente nueva y que por fin parece que he encontrado a alguien con quien vuelvo a estar a gusto. Y lo gritaré a los cuatro vientos.
Nadie sabe qué pasará mañana, pero quiero vivir el presente, y extraerle todo el meollo a la vida, para no llegar al momento de la muerte y darme cuenta de que no he vivido.
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En los momentos de soledad es cuando uno tiene tiempo de hablar con la persona más importante, consigo mismo. Por eso no se ha de tener miedo a estar solo. Por eso de vez en cuando es hasta necesario, porque es necesario hablarse y sobre todo escucharse.
Hoy me paro a pensar, a escuchar canciones mientras la oscuridad de mi cuarto, como si de una sala de cine se tratara, me irá mostrando escenas que ir ordenando. Dejaré que las letras me ayuden a saber si este es un camino por el que hay que andar descalzo o si debería correr en busca de tus ojos. Si debería seguir guardando el secreto de mi tortuga o alejarme con mi rosa amarilla. Quizá vaya a ese lugar que está a 3 o 4 cervezas de aquí y desde allí piense en la raja de tu falta y en si te fuiste por lo que soy, o por lo que nunca fui.
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El frío, el viento, la lluvia,… parece que hasta la naturaleza se ha puesto triste. Me despierto antes de que suene el despertador y me paro a escuchar el silencio que reina en mi casa roto por el ruido de la lluvia de fondo. Me levanto y voy hacia el baño. En el pasillo me cruzo con mi madre. Me doy cuenta de que este insignificante detalle lleva ocurriendo cada mañana desde hace un montón de años y nunca me había parado a pensarlo. Me fundo con ella en un abrazo, sin mediar palabra, no es necesario. Me arreglo despacio, ralentizando el tiempo todo lo que puedo, no quiero que llegue el momento de salir de casa.
Al bajar las escaleras, ahí está de nuevo ella, la que siempre ha estado, por encima de problemas y discusiones, con la única condición de que le devolviera mi amor y una sonrisa cada mañana. No sé qué sería de mí si ya no estuviera, si me faltara, si no velara por mí en cada momento. Nos abrazamos y ambos lo sabemos. Es ley de vida, pero ha llegado demasiado pronto.
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Hoy conduzco sin prisa, con ganas de sentir, no pongo la radio para que mis sentidos capten todo. Cuando enfilo la calle mi corazón se acelera y mi coche también, tengo ganas de verte. Aparco y subo las escaleras con una energía inusual. Hoy todo tiene que salir bien. Entro y ahí estás. Sonrío. Sonrío con todo mi corazón, como tú me pediste, con dedicatoria incluida. Sonrío porque tú conseguiste que lo hiciera. Sonrío aunque nadie más sepa porque. Y siento que será especial.
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A pocas horas de saber al fin si mi destino dará un golpe de timón, hoy miro al mar desde la proa de mi barco, noto el viento de los días que sopla con fuerza empujando mis velas. Miro al horizonte, ¿qué nuevas aventuras nos deparará este loco mar? Al mismo tiempo no puedo evitar mirar atrás y pensar en las hermosas islas donde he descansado y las tempestades contra las que he luchado. Todas las cosas vividas son las que me han llevado a donde estoy y después de los últimos capítulos, puedo decir que estoy preparado para zarpar de nuevo. Vuelven a encajar la mayoría de las piezas, mis tripulantes siguen sus caminos y estoy feliz por ellos. Amelie vuelve a creer en el amor, nuestros corazones cada vez hablan más, alguien que vuelve a interesarse en ella y que le preguntará si tiene hueco en su bolso para unas llaves, mi león con un proyecto que le llevará a ser el rey y mi compañero de proyecto que se ilusiona buscando hogar, hogar que mi hermano está a punto de estrenar.
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Mil historias, mil tripulantes, millones de momentos. Idas y venidas que te hacen perder a gente y encontrar a otros. Momentos en los que uno siente que está solo y momentos en los que alguien te hace comprender lo que es ser AMIGO. Y es que siempre he creído que hay amigos de diferentes niveles, y con los hechos de últimamente me he sorprendido al descubrir la cantidad de amigos de primera línea que tengo. Los que estarán a pie de cañón pase lo que pase. Sé que tengo que cuidarlos y espero aprender a hacerlo, porque hasta ahora no he sabido. Decidido a volver a rescatar mi proyecto de ser mejor persona, por vosotros, por mí. Se os quiere tripulantes.

Hasta el próximo capítulo.

domingo, 11 de septiembre de 2011

Hoy todo vuelve a encajar


Son las cinco de la tarde de un domingo normal, un día normal de una semana normal. Pero de repente, parece que todo vuelve a encajar.

Acabo de terminar de ver una buena peli, aquí tumbado en el sofá y como de costumbre, irrumpes con fuerza de nuevo en mis pensamientos, sigo echándote de menos, pero no hablaré de ti, tú me lo pediste. Y al pensar esto, un revoltijo de recuerdos, momentos, risas, personas, comentarios y caras vuelan alrededor de mi cabeza saltando de un pensamiento en otro como si mi mente buscara algo en una enciclopedia multimedia. Salto de la natación a los pasos, de los pasos al coche con mi padre, y luego solo conduciendo hacia Galicia, luego vuelvo a tirarme al agua a entrenar, y de repente estoy abrazado llorando con Calderón padre el Viernes Santo. ¿Qué buscas? ¿Qué intentas recordar? ¿Cuál es el pensamiento o el recuerdo que hace que estés intranquilo? Me levanto del sofá aturdido, camino hacia la cocina y permanezco inmóvil mirando la pizarra del frigorífico. No, no es eso lo que busco ahora, me giro y subo las escaleras a mi cuarto mientras una melodía suena en mi cabeza y sé que voy buscando, pero cuando llego y hago sonar mi caja de música siento que hoy no sirve, que no es eso lo que calmará mi intranquilidad, así que vuelvo al salón y me siento ante el ordenador, lo abro y busco entre las carpetas de música, de imágenes, entre los montones de documentos escritos, los fragmentos de películas, de libros, de conversaciones guardadas para que algún día de los que estoy perdido pueda leerlos y me recuerden por qué lucho. Pero no encuentro nada que me calme.

El revoltijo de pensamiento no cesa, aunque ya hay gente que empieza a repetirse y eso me tranquiliza, parece que ya empiezo a encontrar algo. El passat blanco, el kalos blanco, el megan amarillo, el rio celeste, el 207 gris, el atos blanco, el toledo gris, la vespa azul, el soni negro, el mondeo con el 123 quitado y el 207 clavado en la arena. Sigo buscando.

Y entonces todo encaja, todos los pensamientos se asientan como al despertar de un sueño e intentas recordar que has soñado mientras se va borrando. No buscaba un recuerdo, no buscaba una cara, ni siquiera buscaba una persona. No quería música ni imágenes. Quería escapar. Escapar de todos los recuerdos, olvidarme de todo, ser un Nicolas Cage en Leaving Las Vegas. Aunque en esa criba se pierdan grandes momentos. Eso es lo que quiero hacer hoy.

Huir del pasado que yo mismo me he forjado, que yo he construido y que yo os he mostrado. Hoy puedo decir que sí, soy quien soy por mis propias acciones. No culparé a nadie, no compartiré mi carga, pero también puedo decir que sí, que hoy es el día en el que todo vuelve a encajar. Hoy es el día en el que veo claro el camino. Y es un camino lleno de barro, lleno de penurias y de malos tragos, de afrontar reproches y de dar explicaciones, pero es el camino que me llevará a ser mejor persona. Y al final del camino, cuanto todo acabe y no haya ante mi más que un verde valle por el que caminar tranquilo, entonces estaré preparado para volver a caminar junto a vosotros, junto a aquellos que decidan seguir caminando junto a mí. Y será el momento de poder decir: Sí, lo he conseguido, soy un hombre libre.

jueves, 11 de agosto de 2011

Que hablen los que laten

Hablemos de todo sin decir nada, hablemos de nada para decirlo todo. Hablemos del ayer y del mañana. Hablemos de ti, de mí y de nadie más, porque nadie más importa tanto como tú y yo. Hablemos solo como nosotros sabemos, callemos y que hablen los que mejor san hacerlo, porque ellos son los que están más heridos y los que laten cada día por la esperanza de volverse a encontrar.

Casualidades de la vida, ironías del destino, por el amor de una mujer se unieron nuestros caminos y por el mismo latigazo se han separado. Pero no queda de igual forma, no será una casualidad, ni el antojo del destino quien me separe de ti. Me niego a pensar que está escrito en el folio sucio de algún poeta que aquí dejaremos de caminar juntos. Porque creo en ti, creo en lo que nos une. Creo y me aferro a la idea de que no hay sentimiento más fuerte que el que nos mantiene unidos a pesar del dolor. Porque sé que cuando no puede con mis kilos siempre estuviste ahí, y sé que esta vez me he doblado, que he sido un croqueta, y comprendo el codazo que me has dado recordándome que por mi error los kilos han caído sobre ti. Pero estoy contigo, sé que ahora eres tu quien lleva exceso de kilos, déjame que te fije, que vuelva a ir hombro con hombro contigo. Déjame que vuelva a mirarte bajo el agua en un deslizamiento e instintivamente coordinemos nuestras brazadas al salir a la superficie. Déjame qué serie tras serie te levante con mis palabras y que brazada tras brazada luchemos juntos por superar esta dura prueba.

No quería hablar de nada y al final he acabado hablando de todo. Pero, ¿qué es todo sin ti? ¿Cómo conformarse con la nada? ¿Cómo vivir sabiendo que la otra mitad de tu alma se va alejando día tras día un poco más? Imposible pensar que no volveré a subir el coche a la acera, imposible imaginárselo sin que se humedezcan los ojos y se reseque la garganta. Pero no es eso lo que pretendo, ni tan siquiera dar pena o hacerte reflexionar. Simplemente te echo de menos y esta es la mejor forma que tengo de sentirme cerca de ti. 

martes, 2 de agosto de 2011

A los de siempre

Amanece un nuevo día, el tiempo no acompaña a mi estado de ánimo, pero no importa, hoy tengo suficiente sol dentro para calentar mi día. Parece que una estupenda noche con mis amigos de la infancia ha despertado de nuevo ese lado alegre y bromista que llevaba semanas dormido.

Hoy no tengo ganas de escribir sobre los mismos otra vez, quizás porque esté cansado de no encontrar soluciones o quizás por todo lo contrario: por ver la luz al final del largo túnel. Pero no importa el motivo, hoy estoy alegre, hoy le toca a ese grupo de antaño, al club de los olvidados de mis entradas, a ese grupo de chavales que se reunía en la barandilla de la esquina del Atenea, aquellos que vieron como crecía, los que llegaron un verano y se quedaron para siempre. Los que íbamos en bici de un parque a otro, de fiesta en fiesta, ese verano loco, de noches locas, de excesos y de risas, de momentos inolvidables.

Hemos crecido, hemos cambiado y nos hemos distanciado, pero noches como la de ayer demuestran que seguimos estando ahí. Que seguimos siendo ese grupo de niños que se juntaba en el porche de C., que íbamos al parque sin asientos a ver como la pareja del momento rompía y volvía una y otra vez. Amores, desamores, jóvenes que iban creciendo juntos, aquellas confesiones de amor loco que hoy recuerdo con una sonrisa y que han dejado marca en mí en forma de una amistad para toda la vida. Oh, recuerdo tantas noches y anécdotas inconfesables, tantos recuerdos que forman parte de nuestras vidas. Éramos jóvenes, pero se palpaba en el ambiente que se estaban forjando grandes amistades.

Me levanto esta mañana con un llavero nuevo, ese navío de grandes velas. Me paro a mirarlo y nos veo como navegantes de ese navío, todos con el mismo  rumbo, todos juntos una vez más, y sonrío ante la idea. Conservaré ese llavero, conservaré los recuerdos, conservaré los momentos y por supuesto, conservaré la sonrisa mientras os conserve a vosotros.  

miércoles, 27 de julio de 2011

Crónica de un santo

Todo un día esperando. Un niño nervioso que espera que se acuerden de él, un adolescente enfadado porque no llegan y un adulto que sabe que no llegarán. Un niño que llora, un adolescente que se siente solo y un adulto que se siente culpable. Un niño que quiere veros ya, un adolescente impaciente que quiere coger el coche y correr a buscaros y un adulto que sabe que no debe hacerlo, que debe esperar y madurar.

Lo sé, sé que lamentarse ahora no sirve, sé que publicar esto no hará que volváis, se que me he acostumbrado a actuar y luego llorar. Pero esta vez me he pasado y no basta con pedir perdón, no sirve pedir que se mire hacia otro lado, porque al igual que los vuestros, mi corazón tampoco puede mirar hacia otro lado y pasar página.

Quizás sea egoísmo, quizás la pequeña parte de un niño bueno que aún conservo que quiere llevarse bien con todos, quizás porque piense que ustedes estáis mal y eso me duele más que estar mal yo mismo, o quizás simplemente porque me niego a pensar que nuestros caminos se separarán a partir de ahora. Quizás es una mezcla de todo, no lo sé.

He sido tan feliz junto a vosotros que darme cuenta que ahora estáis a un mundo de mi me resulta tan extraño como doloroso. Pasan los días y sigo sin noticias vuestras; y más hoy, esta noche será especial, estaré con mi familia, con la gente que me quiere y sé que me faltaréis ustedes.

Pasa lento el día, las manecillas del reloj parecen dormidas; cambios de humor delatan mi estado de ánimo. Con ese va y ven de pensamientos y emociones llega la noche. Risas, fotos y bromas, pero no consigo desconectar. Especialmente me acuerdo de ti, recuerdo que te encantaban estas reuniones, recuerdo cómo te escondías tras tu risa, recuerdo celebraciones y fiestas en familia. En unas horas será tu santo y cuando felicite a mi hermana indudablemente te felicitaré a ti en mi corazón. Mi cara sonríe a mis primos mientras mi corazón oscuro y triste parece inerte.

Pero de repente todo cambia, una luz cegadora ilumina mi cara. Al fin una señal de vida, al fin no estoy solo. Leo el mensaje una y otra vez. Lo leo y te imagino, soy capaz de verte ante mí, de dibujar cada detalle de tu cara sonriente. Miro a tus ojos y veo lo que piensas. Tú nunca me has fallado, la que más me ha aguantado y a pesar de todo lo que has tenido que perdonar, la que sigue ahí. Una vez más has vuelto a demostrar quién eres, quien has sido desde el primer día y quien serás siempre. Hoy me voy a la cama feliz, gracias.

sábado, 23 de julio de 2011

Felicidades

Hoy, ni ayer ni mañana, sino hoy, 24 de Julio. Hoy es un día especial. Cualquiera que lea este blog pensará, para este tio todos los días son especiales, y bueno, tampoco va muy desencaminado, pero cada uno es especial a su manera, y hoy es un día tan especial que merece dar las gracias una y otra vez. Merece dar las gracias por todas aquellas circunstancias que han llevado a que hoy tenga algo que celebrar, a que hoy tenga el placer de celebrar el cumpleaños de alguien tan especial. Si chicos, no os voy a hablar de amor, de amaneceres ni atardeceres encantados, no os voy a revelar secretos de mí mismo ni a encandilar con alguna fantasía. Hoy quiero que conozcáis a través de estas líneas a alguien muy especial, merecedor con creces de ser uno de los marineros más importantes de este navío y por supuesto de aparecer reflejado en el cuaderno de bitácora de este viaje.

Hoy, mi amigo SHC cumple 24 tacazos. Parece mentira que lo conozca desde hace tan solo tres. Y es que han sido tres años que han dado para mucho. Innumerables momentos de alegría y también de pena; de agobios, de estrés, de mosqueos y de diferencias, pero de reconciliaciones y de amistad. De amistad pura y de cariño, de momentos de reflexión y de ratos de no hacer nada. De configuraciones de coches, de días de piscina, de tetería y de feria. De clase, de baile, de mañanas y de noches. Hemos superado cosas, hemos luchado y hemos seguido adelante, y por eso sé que he de dar las gracias porque hoy puedo llamarte AMIGO.

Pero como os he dicho, quiero que lo conozcáis, quiero que sepáis de él lo suficiente como para conocerlo, aunque nunca lo hayáis visto. Y no os lo voy a describir como para que al verlo lo conozcáis, sino para que vuestro corazón lo conozca, porque os aseguro que merecerá la pena. Podríais empezar por conocer su lado trabajador, esa parte de él que sí, hay que reconocer que deja todo para última hora, quizás por eso sea mi amigo, porque es igual que yo, pero no penséis ni por un momento que es un problema, porque os sorprenderá en el último momento con un trabajo esplendido. Quizás sea una metáfora de su comportamiento con otros temas, quizás tan solo sea una mala costumbre de trabajo, pero me servirá para que comprendáis más sobre él. No es una persona a la que vea todos los días, no hablo con él a todas horas, pero en el momento de la entrega del trabajo, en las noches de desesperación o días de necesidad, ahí está ese compañero que no falla. Hay es cuando conoceréis al verdadero Sergio. Ahí comprenderéis porque ocupa un puesto de pódium entre mis amigos. Y no es porque me dé la razón en todo, o porque sea un hombro sobre el que llorar, sino porque al igual que en el trabajo, dará su punto de vista, buscará e indagará todas las soluciones posibles y trabajará con ahínco para que el resultado sea ideal y os aseguro compañeros, que suele sacar nota.

Por último os advierto una cosa marineros, si alguna vez os cruzáis con este hidalgo caballero, no os dejéis engañar por su aspecto, quizás algo chulesco por los restos de su pasado, pues tendréis ante ustedes a un señor de los pies a la cabeza, a un amigo de sus amigos, alguien digno de guardar en tu círculo más íntimo, a alguien que os abrirá las puertas de su castillo de par en par, porque es alguien a quien os sentiréis increíblemente afortunados de poder llamar AMIGO.

martes, 19 de julio de 2011

Mi caja de música


Tumbado en mi cama, mil imágenes cruzan mi mente, muchas me alegran pero es una alegría amarga, mientras un nudo en la garganta marca los ritmos de mi respiración. Mi mirada inquieta corretea por mi cuarto en busca de algo que distraiga mi mente. Es imposible, sigo viendo los posters y las fotos ahora ya guardadas que me recuerdan de nuevo a ti.

Pero de repente una musiquilla irrumpe en esos pensamientos, los aleja y los hace pequeños. Me paro a observar de dónde viene la melodía y me sorprendo  al descubrir que es de mis propias manos. No sé cómo ha llegado ahí, pero ahí está, emitiendo su hermosa cancioncilla, es mi caja de música.

Es tan especial, quizás no os daríais cuenta, quizás pasaría por vuestras vidas y no repararíais en ella y por eso os la mostraré. Es pequeñita, es graciosa, con sus tapas que la cubren, pero si la miras bien puedes ver sus engranajes. Si la acaricias con mimo te regalará su canción que te conquistará de por vida. Su mecanismo es sencillo, pero tan hermoso a la vez, que te hace olvidar cualquier mal y fijarte únicamente en como graciosamente va girando el cilindro emitiendo cada nota. Quizás su melodía os parezca cursi al principio, pero es tan cálida, tan alegre, tan llena de energía, que os hará soñar y despertará vuestro lado más tierno y os parecerá que el sol brilla con todas sus fuerzas en vuestro interior. Y es que es así, así es ella, ella es: mi caja de música.

He de reconocer que cuando la vi por primera vez no sabía que tan maravilloso elemento acababa de entrar en mi vida. Jamás había tenido una caja de música, y mucho menos una con tanto encanto. Pero poco a poco, con cada vuelta del cilindro, con cada nota, con cada giro que mis dedos han dado a la manivela, esta coqueta caja de música ha conseguido ganarse con creces el puesto que ocupa actualmente, en mi mesita de noche, junto a mi almohada, porque aunque de noche no la haga sonar, aunque para ustedes no suene, yo la tengo muy presente, porque sé que siempre estará conmigo dispuesta a alegrarme mis momentos más tristes, ella es: mi caja de música.

lunes, 18 de julio de 2011

Zarpamos

Amanece un hermoso día soleado, remoloneo un poco entre las sábanas imaginando que ocurrirá hoy. Estoy triste, pero por alguna razón algo me dice que hoy es un día especial, que estoy preparado, hoy es el día indicado. Hoy comenzará nuestro viaje.

Nervioso como un niño la noche de reyes, no aguanto más en la cama, me levanto y corro al trabajo, estoy tan contento que incluso entreno un poco antes de que lleguen los alumnos, no puedo contener la energía.

Comienzo a escribir, y cual bohemio parisino, uso un folio sucio, las líneas van surgiendo casi sin darme cuenta mientras la gente a mi alrededor sigue su entrenamiento; van, vienen, siguen con sus vidas sin saber que mi cabeza no para de crear ideas, a veces tan rápido que mi mano es incapaz de atraparlas y quedan en el aire como quedan esas puestas de sol de verano: hermosas, pero efímeras.

Comienza el viaje, zarpa el barco, surcaremos los mares y seguro que vivimos montones de aventuras, tardes en que el mar será una hermosa pintura al óleo y tempestades en las que parezca que no volveremos a ver el sol. No les tengo miedo, la brisa del mar me da en la cara y sé que será una gran aventura y sé que no me faltarán marineros que compartan mis hazañas y quizás por eso es por lo que me siento con fuerzas para empezar. ¿Estáis preparados? ¡Allá vamos!