Tumbado en mi cama, mil imágenes cruzan mi mente, muchas me alegran pero es una alegría amarga, mientras un nudo en la garganta marca los ritmos de mi respiración. Mi mirada inquieta corretea por mi cuarto en busca de algo que distraiga mi mente. Es imposible, sigo viendo los posters y las fotos ahora ya guardadas que me recuerdan de nuevo a ti.
Pero de repente una musiquilla irrumpe en esos pensamientos, los aleja y los hace pequeños. Me paro a observar de dónde viene la melodía y me sorprendo al descubrir que es de mis propias manos. No sé cómo ha llegado ahí, pero ahí está, emitiendo su hermosa cancioncilla, es mi caja de música.
Es tan especial, quizás no os daríais cuenta, quizás pasaría por vuestras vidas y no repararíais en ella y por eso os la mostraré. Es pequeñita, es graciosa, con sus tapas que la cubren, pero si la miras bien puedes ver sus engranajes. Si la acaricias con mimo te regalará su canción que te conquistará de por vida. Su mecanismo es sencillo, pero tan hermoso a la vez, que te hace olvidar cualquier mal y fijarte únicamente en como graciosamente va girando el cilindro emitiendo cada nota. Quizás su melodía os parezca cursi al principio, pero es tan cálida, tan alegre, tan llena de energía, que os hará soñar y despertará vuestro lado más tierno y os parecerá que el sol brilla con todas sus fuerzas en vuestro interior. Y es que es así, así es ella, ella es: mi caja de música.
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