jueves, 11 de agosto de 2011

Que hablen los que laten

Hablemos de todo sin decir nada, hablemos de nada para decirlo todo. Hablemos del ayer y del mañana. Hablemos de ti, de mí y de nadie más, porque nadie más importa tanto como tú y yo. Hablemos solo como nosotros sabemos, callemos y que hablen los que mejor san hacerlo, porque ellos son los que están más heridos y los que laten cada día por la esperanza de volverse a encontrar.

Casualidades de la vida, ironías del destino, por el amor de una mujer se unieron nuestros caminos y por el mismo latigazo se han separado. Pero no queda de igual forma, no será una casualidad, ni el antojo del destino quien me separe de ti. Me niego a pensar que está escrito en el folio sucio de algún poeta que aquí dejaremos de caminar juntos. Porque creo en ti, creo en lo que nos une. Creo y me aferro a la idea de que no hay sentimiento más fuerte que el que nos mantiene unidos a pesar del dolor. Porque sé que cuando no puede con mis kilos siempre estuviste ahí, y sé que esta vez me he doblado, que he sido un croqueta, y comprendo el codazo que me has dado recordándome que por mi error los kilos han caído sobre ti. Pero estoy contigo, sé que ahora eres tu quien lleva exceso de kilos, déjame que te fije, que vuelva a ir hombro con hombro contigo. Déjame que vuelva a mirarte bajo el agua en un deslizamiento e instintivamente coordinemos nuestras brazadas al salir a la superficie. Déjame qué serie tras serie te levante con mis palabras y que brazada tras brazada luchemos juntos por superar esta dura prueba.

No quería hablar de nada y al final he acabado hablando de todo. Pero, ¿qué es todo sin ti? ¿Cómo conformarse con la nada? ¿Cómo vivir sabiendo que la otra mitad de tu alma se va alejando día tras día un poco más? Imposible pensar que no volveré a subir el coche a la acera, imposible imaginárselo sin que se humedezcan los ojos y se reseque la garganta. Pero no es eso lo que pretendo, ni tan siquiera dar pena o hacerte reflexionar. Simplemente te echo de menos y esta es la mejor forma que tengo de sentirme cerca de ti. 

martes, 2 de agosto de 2011

A los de siempre

Amanece un nuevo día, el tiempo no acompaña a mi estado de ánimo, pero no importa, hoy tengo suficiente sol dentro para calentar mi día. Parece que una estupenda noche con mis amigos de la infancia ha despertado de nuevo ese lado alegre y bromista que llevaba semanas dormido.

Hoy no tengo ganas de escribir sobre los mismos otra vez, quizás porque esté cansado de no encontrar soluciones o quizás por todo lo contrario: por ver la luz al final del largo túnel. Pero no importa el motivo, hoy estoy alegre, hoy le toca a ese grupo de antaño, al club de los olvidados de mis entradas, a ese grupo de chavales que se reunía en la barandilla de la esquina del Atenea, aquellos que vieron como crecía, los que llegaron un verano y se quedaron para siempre. Los que íbamos en bici de un parque a otro, de fiesta en fiesta, ese verano loco, de noches locas, de excesos y de risas, de momentos inolvidables.

Hemos crecido, hemos cambiado y nos hemos distanciado, pero noches como la de ayer demuestran que seguimos estando ahí. Que seguimos siendo ese grupo de niños que se juntaba en el porche de C., que íbamos al parque sin asientos a ver como la pareja del momento rompía y volvía una y otra vez. Amores, desamores, jóvenes que iban creciendo juntos, aquellas confesiones de amor loco que hoy recuerdo con una sonrisa y que han dejado marca en mí en forma de una amistad para toda la vida. Oh, recuerdo tantas noches y anécdotas inconfesables, tantos recuerdos que forman parte de nuestras vidas. Éramos jóvenes, pero se palpaba en el ambiente que se estaban forjando grandes amistades.

Me levanto esta mañana con un llavero nuevo, ese navío de grandes velas. Me paro a mirarlo y nos veo como navegantes de ese navío, todos con el mismo  rumbo, todos juntos una vez más, y sonrío ante la idea. Conservaré ese llavero, conservaré los recuerdos, conservaré los momentos y por supuesto, conservaré la sonrisa mientras os conserve a vosotros.